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lunes, 26 de diciembre de 2011

El buen rey Wenceslao: Júpiter directo en Tauro



Este 25 de diciembre una fecha para el regocijo, la esperanza y el perdón. Además de haber sido el día  de la navidad, Júpiter, el más grande de todos los planetas de nuestro sistema solar, despertó, dejando así su paso retrógrado e iniciando de nuevo su recorrido por el signo del toro.

Júpiter retomará su movimiento directo a los 0°21´del signo de tauro,  un signo fijo y de tierra. Al volver a estar directo y a la combinación de Marte retrógrado en el signo de Virgo, se activará en este 2012, una vez más el gran trino de tierra, una configuración planetaria que incluirá también a Plutón en Capricornio.

El brillo de Apolo, la bondad de Zeus

Júpiter es un planeta bastante distante de la tierra pero su brillo y su gran tamaño lo hace visible desde aquí incluso sin la ayuda de telescopio, de hecho es el planeta más luminoso en nuestro firmamento, a excepción de algunos raros y poco usuales periodos en los que es superado por Marte.


Júpiter es un planeta con una paradoja, la paradoja de la Estrella-Planeta. Desde el punto de vista de la astrofísica, se nos ha dicho siempre que para que se forme un Sol, se necesita una gran masa, Júpiter posee esa masa, es de hecho un gigante planetario, sus dimensiones son colosales, al punto que la suma de todos los demás planetas y el Sol no llegan a dar como resultado, ni siquiera se aproxima a la masa de él.

Así que Júpiter podría ser un Sol, una estrella pero no lo es. Sin embargo, es un planeta con brillo propio. Quizás debido a esto, el Júpiter astrológico juega el papel de la “buena estrella” en nuestros horóscopos. A Júpiter lo relacionamos con la expansión de nuestros proyectos (en directo es tangible, en rx es interiorización); con el optimismo necesario para lograr nuestros objetivos (le da brillo a nuestro sol) con los grandes viajes, las nuevas culturas, con todo aquello que despierte nuestra consciencia y nos haga ver que no estamos solos, ni que nuestro punto de vista es el único.


Zeus (Júpiter) es el padre de la mayoría de los dioses, y también es su rey. Es el Deus Pater, su relación con los humanos es muy estrecha, a tal punto que en las misma mitología, se le describe como un dios muy “encariñado y amoroso” con las féminas y porqué no con uno que otro espécimen masculino de la raza humana. Júpiter no discrimina y ese contacto Dios-Humano, que termina siempre en el nacimiento de un héroe, nos da a entender que de la fusión de nuestra divinidad con nuestra humanidad siempre surgirá un hecho, una idea que puede cambiar nuestra vida.

Las tibias huellas de un rey caritativo

Hay una  bella historia navideña que nos recuerda la bondad de Júpiter en Tauro, es la historia del rey Wenceslao, un relato que se narra en forma de villancico, en algunos países de habla inglesa, el 26 de diciembre durante las celebraciones del día de San Esteban.

El villancico cuenta la costumbre del Rey Wenceslao de visitar durante las noches de nieve, las iglesias, su caminata la hacía descalzo, mientras su paje estaba a punto de renunciar a tan extraña costumbre, debido al frío nocturno. El rey continua con entusiasmo y logra que su paje también lo logré, debido al calor que emana las huellas del monarca sobre la nieve.

Así, al igual que el Rey Wenceslao será el tránsito de Júpiter por Tauro, tendremos momentos de adversidad en los que querremos dimitir y dejar todo atrás, pero el paso firme de Júpiter dejará una impronta tibia que nos hará continuar con entusiasmo y alcanzar nuestras metas.

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